El veneno del capitalismo
El capitalismo como estructura socio-productiva, como sistema económico, se legitima en la doctrina liberal, hoy «neoliberalismo». Es sabido que esta doctrina estimula el «individualismo» como eje de la dinámica social. Parte y se sostiene en el falso supuesto de que la búsqueda de la máxima satisfacción personal, la puesta en juego del egoísmo de cada individuo, sin límites a su ambición de dinero y de poder, no tiene consecuencias sociales, no tiene efectos colaterales. Es más, la mano invisible del mercado garantiza la armonía social, amenazada por los individuos egoístas, que sólo piensan en ellos, sin importarles en absoluto lo que ocurra en el conjunto social.
Todos los que vivimos en esta sociedad, en menor o mayor medida, fuimos inoculados con el veneno del capitalismo, por lo tanto somos individualistas. Y aunque nuestro discurso tenga un sesgo ideológico socialista o progresista, son muchas las veces que nuestras acciones lo desmienten. Debo confesar que vivo diariamente esta contradicción. Mi individualismo, forjado en los condicionamientos y presión implacable del modelo, está presto a aflorar en cada momento. No obstante, mi conciencia de las contradicciones me permite racionalizarlo y atenuarlo, en una permanente lucha contra mi aculturación neoliberal.
Debo reconocer que asumir las contradicciones de soñar con un mundo diferente y tener que vivir en este, es uno de los primeros pasos en el camino de la concientización necesaria para transformarnos en hombres y mujeres verdaderamente nuevos.