Otro ladrillo en la pared del bloque de poder oligárquico. El despido intempestivo y brutal de C5N del periodista Tomás Méndez
Otro ladrillo en la pared del bloque de poder oligárquico. El despido intempestivo y brutal de C5N del periodista Tomás Méndez
Aunque con la bronca no alcanza, me da mucha rabia la forma cómo expulsaron al periodista Tomás Méndez de C5N. Es cierto que con la indignación no alcanza para cambiar las cosas, pero por ahí se empieza. Fue una actitud escandalosa de los directivos de C5N, en el marco del silencio de sus compañeros de trabajo, más allá de lo comentarios obligados de solidaridad de alguno de ellos.
Hablamos de silencio porque referirse al hecho solidarizándose no es suficiente, como vimos que sucedió con algunos periodistas, por ejemplo, Roberto Navarro de El destapeweb, que se solidarizó con Tomás Méndez. Pero solidarizarse no es suficiente, ya que puede ser entendido como una salida de compromiso. Tomás Méndez es un periodista de investigación menos, y ya sabemos que no nos sobran.
Es cierto que Tomás Méndez se equivocó, pero, ¿se equivocó en qué? No midió el grado de debilidad del medio en el que estaba, sobre todo respecto del espectro de los medios de comunicación concentrados, No se percató de en qué medida C5N está condicionado por ese monopolio. En realidad se debería hacer una investigación para saber si el hecho tiene que ver con pautas o con otro tipo de condicionamientos, pero la medida que tomaron los directivos del canal es muy criticable, porque bastaba con advertirle que esa forma de periodismo no está en línea con la filosofía del C5N, y todo quedaba ahí. Y aun fue peor la disculpa que le dieron a un personaje como Patricia Bullrich, tan nefasto para la política, el país y el pueblo.
Tomás Méndez se equivocó, quizás, porque no dimensionó el poder que representa Patricia Bullrich, lo que quedó en evidencia en el pedido de disculpas que le hicieron los directivos de C5N. Este fue su pecado. Algunos periodistas colegas, también críticos, como Roberto Navarro, se solidarizaron con él y le señalaron otro error, que con su nota lo que hizo fue “victimizar” a Patricia Bullrich. Realmente no me pareció sólida esa crítica, porque, ¿qué beneficios le puede traer a Patricia Bullrich esa victimización, cuando su ejercicio permanente de la política basura[1] es tan evidente y escandaloso?
Fíjense que los medios de comunicación concentrados hacen lo que les da la gana. Viviana Canosa amenaza a Alberto Fernández con quemarle la Casa de Gobierno y los directivos del canal no se enteran. Daniel Santoro es acusado del delito de extorsión a empresarios y políticos y Clarín lo encubre y protege. Luis Majul es sospechado de distintos hechos que lo vinculan al espionaje ilegal y el periodismo de guerra de la oligarquía sale a defender en forma corporativa la “libertad de expresión”, cuando la acusación es por un delito. En un video que resume parte de la audiencia realizada ante la justicia, se puede comprobar cómo el periodista de La Nación, Hugo Alconada Mon, no puede responder a las múltiples preguntas realizadas por el abogado defensor, Carlos Beraldi, respecto de la operación mediática en la que participó contra los dueños de Oil Combustibles y el canal C5N, Fabián De Sousa y Cristóbal López. Quienes vean el vídeo no podrán dejar de sentir vergüenza ajena ante la indigna conducta del periodista, Yo lo vi y me dio asco. Hugo Alconada Mon, sigue siendo periodista de La Nación.
Observemos cómo protegen, encubren, porque en realidad es encubrimiento, a sus periodistas los medios hegemónicos y después analicemos la desproporcionada decisión de los directivos de C5N. Las diferencias en los tratamientos son escandalosas. Tomás Méndez por un supuesto error que, comparado a lo que hacen los periodistas de la oligarquía en los medios concentrados, es una nimiedad, es eyectado del medio en el que trabajaba de una forma repudiable.
La nota de Tomás Méndez fue calificada de escrache, pero en realidad tuvo un tono de humorada, porque parodiaba lo que la corporación mercenaria de los medios hegemónicos realizaron en 2012 contra Cristina, con aquellos cartelones de: “Queremos preguntar”. No se pararon en la puerta del domicilio, ni señalaron el número de la casa, ni nada que se le parezca. Sólo le pidieron a Patricia Bullrich que responda las preguntas que no le hacen sus entrevistadores amigos y cómplices. No fue más que eso.
Esto revela que la nota fue aprovechada para despedir al periodista que, con sus investigaciones, todas respaldas por una profusa documentación, estaba molestando demasiado al bloque de poder de la oligarquía, como pasó en su momento con Roberto Navarro y Víctor Hugo Morales. En realidad es posible sospechar que a los directivos del canal y sus accionistas, con Tomás Méndez no les estaba cerrando la ecuación costos- beneficios.
Pero me quiero poner en el lugar de la ciudadanía, porque no sólo dejaron sin trabajo a un periodista de mucha valía y a todo su equipo, sino que privaron a la ciudadanía de sus investigaciones, que continuamente echaban luz sobre el saqueo practicado todo el tiempo por el bloque de poder oligárquico, del cual Juntos por el cambio es una importante pieza.
Sin duda, aquí se perdió otra batalla, la oligarquía le ha doblado el codo a un medio de comunicación que ejerce una crítica imprescindible para la salud de la nación y el pueblo. Porque hubo otros despidos intempestivos. No nos podemos olvidar, como señalamos arriba, de otros despidos en C5N, promovidos en esa oportunidad por Mauricio Macri. Tampoco podemos olvidarnos del ataque de la Mesa Judicial, también bajo la dirección de Mauricio Macri, a los directivos del canal, que fueron encarcelados. Y es una batalla perdida, sobre todo cuando se le pide perdón a Patricia Bullrich, cuando quien debe pedirlo es ella, por todo el daño que le hizo y le está haciendo al país y a su pueblo.
Los ciudadanos y ciudadanas debemos ponernos muy firmes en la defensa de nuestro derecho a la información, violado flagrantemente por los medios de comunicación concentrados y su falso periodismo de la mentira. Tenemos que saber que cada periodista crítico silenciado es un nuevo ladrillo en la pared de la oligarquía y una pérdida de calidad democrática de nuestro sistema político. Por eso, debemos tomar conciencia de que sin un pueblo empoderado, y cada uno de nosotros es una pieza clave para lograrlo, no podremos aspirar al éxito en la histórica lucha del pueblo contra una oligarquía que no quiere perder su poder y privilegios.
El ciudadano politizado
6/6/2021
- La política es una acción virtuosa porque de ella depende la posibilidad de organizar nuestra vida en comunidades convivientes. Por eso, es una acción trascendental para la vida humana. Tanto es así que está capacidad para organizarnos en comunidades es una características distintiva de los seres humanos. Así nos definió Aristóteles, como animales políticos (zoon politikón). Pero claro, la política también puede terminar en una práctica degradada y degradante, se puede convertir en basura cuando lo que interesa exclusivamente es el poder de gobernar para imponer valores e intereses que son parciales, porque son los de élites cuyo objetivo es ejercer su dominio con fines egoístas. La política se convierte en basura cuando el objetivo exclusivo es dominar, obviamente, siempre con fines inconfesables. El objetivo es imponer la voluntad de unos pocos que tienen mucho, a unos muchos que tienen poco. Cuando esto sucede, y son las oligarquías quienes lo practican, la política se convierte en basura. La política basura es, por supuesto, un instrumento de dominación. La política basura busca el poder para dominar y mantener el status quo. Mientras que en la verdadera política al poder se lo quiere para transformar la realidad. No hay manera de hacer política sin poder, pero el poder se puede entender y ejercer de diferentes formas, se lo puede usar para dominar o se lo puede utilizar para transformar la realidad. La principal herramienta de la política basura es la manipulación y el engaño, pero la buena política no puede usar esas herramientas. No obstante, la democracia liberal, por sus características, impone unas reglas de juego que promueven, de alguna manera, un juego partidario que degrada a la democracia entendida como el poder del pueblo. La disputa por el consenso y el voto popular, no hay duda de que promueve la manipulación de la ciudadanía. Y esto tiene efectos sobre todos los partidos y alianzas que confrontan en la democracia liberal. Sin embargo, las diferencias entre el accionar del bloque de poder de la oligarquía y los partidos y alianzas que representan los valores e intereses de los sectores populares, en notoria. La política basura, basada en el marketing electoralista y cuyo único y exclusivo objetivo es ganar elecciones, es hija del analfabetismo político. El daño que la política basura les causa a los pueblos y al mundo, es incalculable. No debemos dejar de reflexionar sobre este hecho. ↑