La lógica de la posibilidad como clave para pensar y practicar la política
La “lógica de la posibilidad” como clave para pensar y practicar la política
La realidad es contradictoria y desigual para los sectores populares, por lo que se justifica que los gobiernos de sesgo nacional y popular adopten una “estrategia de la posibilidad”, a la hora de planificar y tomar decisiones políticas.
En el juego de la política se impone la “lógica de la posibilidad”. ¿Qué significa? Que la omnipotencia no existe, que no podemos hacer todo lo que queremos hasta que las condiciones no sean lo suficientemente favorables como para aspirar al éxito. Por eso, si las condiciones no están dadas, la estrategia es llegar hasta donde nos lo permitan las posibilidades reales existentes, mientras tanto vamos trabajando para concretarlas.
Los momentos clave son tres: 1) Elaborar un diagnóstico de las fuerzas y poderes en juego, esto es, de las propias y del enemigo; 2) Realizar, por supuesto siempre con un sentido progresista, lo posible en las condiciones y circunstancias existentes y 3) Trabajar para mejorar las condiciones.
La izquierda ortodoxa, desde fuera del poder, no tiene consciencia de la necesidad de tomar en cuenta y hacer efectivos estos momentos, por lo tanto, cuando critica a los gobiernos de sesgo nacional y popular, los pasa por alto, con lo cual su análisis pierde consistencia. Y no sólo eso, cuando la hace pública, su crítica es funcional a la derecha conservadora en el poder. La crítica tendría consistencia y valor si la realizara a partir de un análisis concienzudo y riguroso de los tres momentos. Si dijera, por ejemplo, las condiciones estaban dadas, por esto y esto y no se tomó la decisión política. Si demostrara con argumentos sólidos y pruebas que era posible realizar determinada acción y, sin embargo, no se hizo. Si puede demostrar que no se trabajó para mejorar las condiciones. Si puede hacer esto, entonces, su crítica sería mucho más consistente y valiosa políticamente. Pero como no lo hace, entonces, su crítica termina siendo destructiva y funcional a la derecha.
Paulo Freire, en uno de sus últimos libros: “A la sombra de este árbol”, señala:
“Cuando Lula afirma que hoy es mejor un acuerdo en torno a la necesaria reforma agraria que una ley poco discutida, no significa que para él disminuya la urgencia de esa lucha, ni que use piel de cordero en cuerpo de lobo que, voraz, se sitúa al acecho.
Lula sabe –ahora mucho más que el promedio de los líderes de izquierda de ayer y los representantes de cierta izquierda superada hoy- que existe un lenguaje con posibilidad histórica, ni más aquí ni más allá de determinadas posibilidades.
Al contrario de lo que piensan los irresponsables, el lenguaje de quien se inserta en una realidad contradictoria, empujado por el sueño de hacerla menos perversa, es el lenguaje de la posibilidad. Es el lenguaje comedido de quien lucha por su utopía de una forma impacientemente paciente. No es el lenguaje de quien hace alarde de un poder que no tiene, amenazando a Dios y al mundo. Es el habla de quien, seguro del rigor ético de su lucha y de su sueño contra la perversidad de una sociedad desigual como la nuestra, hace todo lo que puede para movilizar y organizar a las clases populares y otros segmento sociales para que democráticamente se instaure un gobierno más justo”.(Paulo Freire: 1997: 57).
Entender el lenguaje de la “posibilidad histórica” es clave, porque la realidad es contradictoria y lo que cabe hacer es intentar transformarla a partir del sueño que busca lograr que sea menos injusta, pero entendiendo hasta dónde podemos llegar dado el contexto en el que luchamos. Por eso, Paulo Freire habla de poner en juego el concepto de “inédito viable”. Instalar y promover lo nuevo, lo transformador, pero en una instancia que realmente sea viable, esto es, posible. Intentar hacer lo que en determinado momento y contexto no se puede, termina la mayoría de las veces en una gran frustración y un deterioro psicológico muy inhibidor. Lo que cabe en estos casos es trabajar sobre las condiciones existentes, para mejorarlas de acuerdo a nuestros objetivos de transformación. Pero siempre teniendo en cuenta que en el análisis y la práctica políticas, es fundamental, para operar efectivamente sobre ellos, comprender muy bien los contextos y los momentos.