Por qué no se tiene que hablar de política en la escuela
¿Por qué no se tiene que hablar de política en la escuela?
La pregunta del título debemos emparentarla con otra no menos importante: ¿por qué los ciudadanos no deben deliberar ni gobernar? La respuesta más llana y simple a las dos preguntas es: porque a los sectores dominantes no les conviene. ¿Y por qué no les conviene? Porque está claro, como veremos, que para dominar es necesario calar en las subjetividades, domesticarlas. Un sistema educativo que forme verdadera ciudadanía, que politice a los educandos, sería altamente inconveniente para las oligarquías.
El sistema educativo formal, como no podría ser de otra manera, es un dispositivo de la democracia liberal (representativa). Y este modelo político que nació como la expresión política de una clase dominante (la burguesía), está quedando claro, que hoy es cada vez más funcional a la derecha conservadora neoliberal, sobre todo por el poder que han adquirido los medios de comunicación monopólicos y hegemónicos, capaces de crear una opinión pública que vota contra sí misma. Pero este es un tema para profundizar en otro momento.
Aunque la tesis de la “reproducción” no esté en el candelero, ni en el marco del clima cultural de esta época, no cabe duda de que los sistemas educativos reproducen los valores e intereses de los sectores dominantes. Porque el axioma de que “las ideas dominantes son las ideas de los sectores dominantes”, enunciado por Marx y Engels en la Ideología Alemana, se confirma cada día más. Como señala Paulo Freire, con su acostumbrada lucidez libertaria: “Sería en verdad una actitud ingenua esperar que las clases dominantes desarrollasen una forma de educación que permitiese a las clases dominadas percibir las injusticias sociales en forma crítica”. Sabemos que las clases dominantes no se suicidan. Es por eso que debemos suponer el carácter político de la educación.
Para la derecha conservadora las problemáticas políticas no deben tener un lugar en el sistema educativo. A la escuela se va a estudiar, no a hacer política[1]. Como veremos a continuación, aquí hay otra gran confusión, que la derecha conservadora no tiene ningún interés en abordar.
En esta problemática nos tenemos que enfrentar a lo que denominamos “naturalizaciones culturales”. La primera de ellas, es la de aceptar que es natural que en la escuela no se hable de política. Está anclada en la generalidad de la población la idea de que la política no tiene nada que hacer en la escuela. La segunda naturalización, solidaria con la primera, está en entender el concepto de política de una forma unívoca, como si hubiera un único significado para el concepto. Ya hemos mostrado que el concepto de política tiene por lo menos dos significados. La política entendida como actividad y compromiso ciudadano con el conocimiento e involucramiento en los problemas de la sociedad, esto es, la política en el sentido aristotélico[2], y la política partidaria, profesional, la de los políticos y las elecciones. Pero es evidente que en nuestra sociedad está naturalizada la idea de que cuando hablamos de política lo hacemos refiriéndonos al segundo de los sentidos. De ahí la confusión de aquellos, una gran mayoría, que se definen como a-políticos o anti políticos. Se definen como a-políticos, pero en realidad lo están haciendo como a-partidarios. No existe ninguna posibilidad de ser a- políticos, porque no es posible ser neutrales en un mundo dividido entre dominadores y dominados. Quienes pretendan ser neutrales, o no sean conscientes de que no es posible ser neutrales y, por eso, no se definan, se estarán definiendo, y lo estarán haciendo por los dominadores. Se puede ser a-partidario, pero no se puede ser a-político. He aquí desanudada la confusión. Lo que no cabe en la escuela es la política partidaria, el adoctrinamiento partidario, pero sí tiene pleno sentido la política en tanto compromiso ciudadano con los temas y problemas de la sociedad, lo que llamamos dimensión trascendente de la política[3]. Pero la confusión es alimentada y mantenida por la derecha conservadora neoliberal, porque le conviene. Hay cosas que no se deben dilucidar ni desnaturalizar.
La respuesta a la pregunta del título ya la tenemos. Desde una visión política conservadora hay dos grandes razones para que en la escuela no se hable de política: 1) La naturalización culturalmente instalada en la generalidad de la población, de que en la escuela se estudia y no se hace política y 2) El carácter que posee la escuela como reproductora de los valores e intereses de los sectores dominantes, lo que la obliga a bloquear la posibilidad de que allí se forme auténtica ciudadanía, es decir, ciudadanía politizada[4].
No obstante, desde una visión crítica y liberadora, es fundamental que en la escuela los temas de la política se conviertan en contenidos de la educación.
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- El periodista Eduardo Feimann, que no sabe qué significa estudiar, y menos aun qué es hacer política, utiliza esta afirmación en los medios para combatir las huelgas docentes y las tomas de escuelas por parte de alumnos que luchan por reivindicar derechos. ↑
- Aristóteles definía al hombre como un “zoon politikon”, esto es, un animal político. A partir de lo cual, para él, “ciudadano” era, no sólo aquel capaz de ser gobernado, sino también aquel capaz de gobernar. ↑
- Ver el artículo: “Las dos dimensiones de la política”. ↑
- Quede claro que decimos ciudadanía politizada, y no partidizada. ↑