Consciencia política, la vacuna contra la peor de las pandemias: el neoliberalismo
Consciencia política, la vacuna contra la peor de las pandemias: el neoliberalismo
La pandemia del Covid-19 ha puesto al desnudo el daño enorme que las conducciones políticas neoliberales le causaron a sus sistemas de salud, principalmente en regiones y sociedades supuestamente desarrolladas, como Europa y los Estados Unidos. Por qué no tendríamos que pensar en los sistemas educativos, también en manos del neoliberalismo, que durante años los viene vaciando de contenido crítico, frente a la mirada impávida y apática de una ciudadanía manipulada por los medios de comunicación hegemónicos.
Así como fuimos, poco a poco, naturalizando la privatización de los insumos y servicios de salud, que de un derecho natural de todas las personas, sin distinción de clase y de fortuna, se fueron convirtiendo en un lujo sólo para los que tienen dinero, en la educación se fue consolidando y naturalizando también, en el imaginario de la población, una educación completamente ausente en la imprescindible tarea de formación de ciudadanía crítica y politizada. La educación del sistema deja en el más absoluto analfabetismo político y orfandad de herramientas para el manejo de lo público a la ciudadanía, con el enorme costo que esto tiene para los pueblos, porque las poblaciones quedan completamente indefensas frente la infección del neoliberalismo, la peor de todas las pandemias, que nos infecta y enferma sin que nos demos cuenta. Y cuando nos damos cuenta ya estamos inmersos en el desastre.
Sin pensamiento crítico y sin educación política, los pueblos están a merced del comando neoliberal global, que hace con ellos lo que quiere. Mediante su enorme poder de control cultural logra que voten a sus verdugos, les den consenso a los representantes de las oligarquías y a las operaciones mediático-judiciales (lawfare) contra los políticos y figuras nacionales y populares, apoyen a golpistas subordinados a la geopolítica de Washington y con su silencio y apatía colaboren con su proyecto de dominación a escala mundial.
El desastre de los sistemas de salud es un hecho que ha desnudado la pandemia. Pero, ¿no estamos también frente a una catástrofe educativa, que se ve reflejada en los gobiernos neoliberales de la región subordinados a Washington, todos votados por sus respectivos pueblos? Porque, ¿cuál es el nivel de alfabetización política de los que votan y dan consenso a gobiernos neoliberales representantes de las oligarquías locales subordinadas a la geopolítica intervencionista de Washington? Es evidente que no puede ser muy alto.
Veamos la lista de gobiernos de nuestra región que accedieron al poder político por el voto popular y cuyos intereses son contrarios a los del pueblo. Mauricio Macri, que no tenía curriculum, sino un prontuario, parte y representante de los poderes fácticos, fue puesto en el gobierno por el voto popular. El fascista y defensor de la dictadura Jair Bolsonaro, un personaje impresentable desde todo punto de vista, completamente alineado a Washington, fue votado y puesto en el poder político por el pueblo brasileño. Sebastián Piñera, fue elegido dos veces para gobernar a Chile, defensor del pinochetismo, y que hasta la llegada de la pandemia venía reprimiendo salvajemente las manifestaciones del pueblo chileno, harto de décadas de una desigualdad intolerable. Hace muy poco el pueblo uruguayo puso en el gobierno a otro neoliberal subordinado a Washington, Luis Lacalle Pou, quien abandonó la Unasur y se reintegró al TIAR apenas asumió la presidencia. En Paraguay, en 2018 fue elegido presidente, el derechista neoliberal, hijo del secretario del dictador Stroessner, Mario Abdo Benitez, también alineado con Washington. En Ecuador gobierna otro lacayo de los Estados Unidos, el impresionante traidor Lenín Moreno. En Colombia el pueblo eligió a Iván Duque, el discípulo del genocida y gran cipayo de Washington Álvaro Uribe. Pregunta ineludible: ¿no revela esto una gran catástrofe educativa? Es cierto que los medios de comunicación hegemónicos, las redes sociales manejadas por las corporaciones, con sus falsas noticias (fake news) y la Big data algorítmica, hicieron muy bien sus deberes, pero ¿hubieran tenido ese éxito con pueblos educados en el pensamiento crítico y alfabetizados políticamente? Seguramente que no. La falta de consciencia política de los pueblos es el complemento de la colonización subjetiva montada por el comando neoliberal global. Y este cóctel es uno de los principales vectores de la infección neoliberal, que mató y mata más que la pandemia del Covid-19.
Esta catástrofe educativa, larga y silenciosa, es una de la causas de la pandemia neoliberal que nos viene infectando desde la década de los setenta del siglo pasado y que el Covid-19, que eclosionó en unos pocos meses, desnudó con todas sus miserias. Por eso sostenemos que la consciencia política de la ciudadanía es la más eficaz vacuna contra la peor y más mortífera de las pandemias, el neoliberalismo.
Sabemos que las sectores dominantes no se suicidan, por lo tanto, no promoverán transformaciones de fondo de los sistemas educativos. Sería muy ingenuo esperarlo. Sus cambios siempre serán cosméticos. También sabemos que los gobiernos, incluidos los de sesgo nacional y popular, temen abordar verdaderas transformaciones, porque la naturalización de la enciclopedista educación liberal está presente con mucha fuerza en el imaginario de la ciudadanía y la oligarquía pone el grito en el cielo cada vez que se intenta el más mínimo cambio en ese paradigma. Por eso, estas transformaciones deben nacer en el seno de los propios pueblos. Inspirados en las ideas liberadoras de Paulo Freire, la consigna transformadora debe ser: “Nadie educa a nadie, nadie se educa solo, nos educamos entre nosotros en el marco de la lucha contra el neoliberalismo”. Sin duda, es necesaria una ciudadanía comprometida políticamente, porque sólo los pueblos empoderados pueden incidir y presionar sobre los gobiernos para que se decidan a asumir el desafío de transformar realmente la educación.
José Luis Lens
12/4/2020