Cómo enfrentar la hegemonía comunicacional del neoliberalismo
Cómo enfrentar la hegemonía comunicacional del neoliberalismo[1]
En la dimensión política
La hegemonía comunicacional del neoliberalismo es el resultado de su poder material y político. Por lo tanto, el problema central es de carácter político, no comunicacional. Y, por supuesto, la estrategia de abordaje debe ser adecuada a dicho carácter. Hay una dimensión vinculada a la construcción el poder desde abajo, y otra a la construcción de poder desde arriba. Ambas, como vimos, están relacionadas dialécticamente y se enmarcan en la construcción de verdadero poder popular.
Pero, lo que debemos tener claro es que no podremos construir poder comunicacional, sin abordar una lucha por el poder político integral.
Por eso, la lucha en el campo mediático-comunicacional se debe inscribir en la pelea por acrecentar la capacidad de incidencia y control del campo popular en las administraciones gubernamentales. Si los gobiernos son de signo neoliberal, habrá negociación y lucha. Sería absurdo promover y aceptar estrategias de diálogo y consenso, porque la lógica aquí es de amigo-enemigo.
Los valores e intereses del neoliberalismo son antagónicos con los del campo popular.
Si los gobiernos son de signo popular, en cambio, ya no hablaremos de lucha, sino de articulación y complementación. Aunque puedan existir discrepancias, puntos de desacuerdo y no dejemos de incidir y controlar a dichas administraciones.
Tenemos que ser conscientes de que la lucha por el campo mediático-comunicacional debe darse en la disputa por el poder político y en articulación con todas las demás luchas, la territorial, la económica, la educativa, la medioambiental, etc. Debemos asumir y exhibir una clara vocación de lograr que el poder del Estado esté en manos del campo popular. Pero a sabiendas de que sin poder popular no se conseguirá.
Es estratégico que la lucha por el poder mediático-comunicacional se de, entonces, como un momento más de la lucha por el poder político, esto es, el control de la administración gubernamental.
En la dimensión personal
No podemos esperar a que los demás se comprometan para hacerlo nosotros. Si todos somos ceros, la suma de ceros siempre dará cero. Recordemos la opción ético-política. Hay un compromiso que debemos asumir cada uno de nosotros. Si dimensionamos criteriosamente lo que significa el poder de los medios monopólicos y sus estrategias para colonizar a las subjetividades, nos daremos cuenta de que hay responsabilidades que son personales y que no podemos eludir. Una principal es la de estar bien informado, lo que es complejo y difícil en una realidad donde reina una desinformación intencional.
Partir de las opciones ético-políticas personales no significa quedarnos en el dominio de las individualidades, creyendo que de esa forma, esto es, sumando cuantitativamente voluntades individuales provocaremos un cambio. De ninguna manera es así. La opción ético-política personal implica de por sí, darnos cuenta de que el poder popular supone el ejercicio de acciones en conjunto. La verdadera alfabetización política comienza al darnos cuenta de esta realidad. Sin unidades estratégicamente concertadas, sin grupos que actúen sobre la base de una agenda común, no hay poder popular. Esto debe quedarnos bien claro. Pero es necesario que cada uno de nosotros realice una opción ético-política auténtica, esto es, coherente. Y esto implica asumir una responsabilidad personal indelegable. Esta responsabilidad requiere opciones, sacrificios y competencias. Por supuesto, con el rédito de la elevación de nuestro nivel de alfabetización política.
Un primer elemento, que es uno de los objetivos de este ensayo, es ayudarnos entre todos a tomar consciencia de la relevancia del “poder popular”. Sin poder popular, nada será posible. Poder popular significa pueblos empoderados. Y un pueblo empoderado, es un pueblo que, a través de cada uno de sus componentes, sabe que debe adquirir competencia para deliberar y co-gobernar. Nos referimos a co-gobernar a partir de incidir y controlar a las administraciones gubernamentales de los diferentes niveles. Y para co-gobernar hay que tener conocimientos y competencias. Y sin disponibilidad de tiempo y recursos, esto no es posible. Y este último, quizás, sea el gran problema, el mayor de los problemas, que deberemos resolver con los recursos del campo popular. Una enorme cantidad de recursos humanos que pueden y deben coordinarse y lograr una importante sinergia entre ellos. Este es el valor agregado del campo popular.
La construcción de poder desde el campo popular, es muy diferente de la que practican las élites que, a fuerza de dinero, pueden “comprar” sus recursos.
Las oligarquías disponen de poder en “acto”, mientas que los pueblos, lo tienen en “potencia”.
El gran triunfo de las oligarquías está en el sometimiento de las subjetividades, convirtiéndolas en objetos manipulables. Pero en la medida en que las subjetividades que conforman los pueblos, comiencen a dejar de ser manipulables, en ese mismo instante, las oligarquías empezarán a perder sus batallas.
En el plano personal sugerimos:
1. Comenzar a administrar los tiempos de ocio, para lo cual debemos aprender a ser avaros del tiempo. Necesitamos tiempo para informarnos mejor, investigar, reflexionar y pensar filosóficamente. Y sin saber administrar nuestros tiempos, esto es imposible.
2. Reflexionar y extraer conclusiones sobre cada uno de los puntos desarrollados sobre cómo operan los medios monopólicos masivos de comunicación:
- Instalación de un discurso único.
- Desinformación y sobreinformación.
- Distracción del público para desviar su atención de los temas que preocupan al poder.
- Impedir que lo invisibilizado y lo que debe ser invisible, se hagan visibles.
- Instalación de matrices de opinión.
- Creación de climas destituyentes.
- Montaje de operaciones mediático-políticas.
- El entretenimiento y distracción de la población.
3. Desconfiar siempre de todas las noticias emitidas por los medios hegemónicos de comunicación. Para lo cual es preciso tomarse el trabajo de contrastar la información a partir de consultar con otras fuentes no hegemónicas.
Ninguna fuente hegemónica de información es confiable. Esto debe ser un axioma para el pensamiento crítico.
4. Aprender a informarnos e interpretar la información en forma crítica. Esto debe ser entendido como una acción de toma de consciencia y alta responsabilidad como partes que somos del campo popular. Como decía Marx, “estamos obligados a tomar consciencia”[2]. Por eso, tenemos que reflexionar seriamente sobre las tesis centrales y concatenadas de este ensayo, para tomar consciencia de que:
- La elevación de nuestro nivel de alfabetización política es una acción personal de responsabilidad ineludible, que se desprende necesariamente de la opción ético-política.
- Asumir la acción anterior es fundamental en la tarea de construcción de poder popular.
- La construcción de poder popular es clave en la sinergia dialéctica: poder popular-poder político.
- La construcción sinérgica: “poder popular-poder político” es la clave para esperanzarnos en lograr la derrota definitiva de la acechante y siempre retornante derecha neoliberal.
Precisamente, este ensayo apunta a nutrir y sustanciar esta esperanza, que es una esperanza en la acción, en la lucha por transformar la realidad.
Lo que nos exige la batalla cultural contrahegemónica
Quienes detentan el poder material poseen los medios y recursos para dominar en el plano cultural. Por eso, poder material y dominio cultural, van de la mano. Además, el dominio material, para mantenerse y perpetuarse, requiere de una población aculturizada en los valores e intereses de los sectores dominantes. Esto quiere decir que poder material y dominio cultural se entrelazan en una interacción dialéctica, esto es, se condicionan y determinan mutuamente. Las acciones culturales para la dominación, refuerzan el dominio material, esto es, socio-económico. A su vez, las acciones político-económicas en el plano material apuntalan y fortalecen las posibilidades de promover y mantener el plano cultural que las legitima.
Por lo tanto, con la misma lógica dialéctica, las acciones contrahegemónicas en el plano cultural tienen un impacto en el poder material, y viceversa. A partir de aquí, queda claro que la problemática no es específicamente, ni económica, ni cultural, sino política. Por eso, todos los logros obtenidos en la batalla cultural por las fuerzas progresistas y populares, tendrán un impacto debilitador en el poder del establishment. Y viceversa, todo lo que se gane en el plano de la lucha contra el modelo socio-económico neoliberal, brindará mayores posibilidades de luchar con éxito contra la cultura hegemónica que lo legitima.