La ignorancia política es una catástrofe
La ignorancia política es una catástrofe
La ignorancia política no le preocupa a la ciudadanía, pero sí le preocupa a la oligarquía. Por eso la alimenta y la explota de todas las formas posibles.
Una parte muy importante de la ciudadanía ignora que:
- La dinámica política se dirime en el contexto de la contradicción oligarquía-pueblo y no en el de la disputa partidaria. Lo que equivale a decir que la contradicción es política y no partidaria. La política no se dirime exclusivamente en el contexto de la disputa partidaria, sino, fundamentalmente, en el del poder real.
- En el marco de la disputa partidaria típica de las democracias liberales, la oligarquía, que es antidemocrática y autoritaria por naturaleza, puede camuflarse como democrática al presentarse como una oferta más en dicho contexto. Por ejemplo, Juntos por el Cambio, que no sólo es una alianza que expresa los valores e intereses de la oligarquía, sino que es una parte constitutiva de esta última. No hace falta mucho análisis político para darse cuenta, ya que basta con observar sus acciones para comprobarlo.
- La oligarquía tiene más poder que los gobiernos, lo que no es difícil de comprobar, basta observar el poder de los medios de comunicación concentrados en sus manos y su enorme capacidad de lobby sobre los tres poderes del Estado.
- El bloque de poder de la oligarquía tiene una enorme capacidad de lobby, por lo tanto, dispone de los recursos para crear partidos y alianzas que representen sus valores e intereses, pero también para presionar y cooptar a políticos, funcionarios de los partidos y gobiernos de sesgo nacional y popular, así como a fiscales y jueces del Poder Judicial.
- Si bien los políticos y funcionarios a cargo de los gobiernos tienen una cuota de responsabilidad respecto de la situación del país, la responsabilidad definitiva y final, que es histórica y sigue vigente, es de la oligarquía local asociada a la geopolítica de Washington, cuyo objetivo siempre fue y lo sigue siendo imponer los intereses de dicho bloque oligárquico por sobre los de la nación y el pueblo.
- El fracaso sucesivo de los partidos políticos y gobiernos, más que a su ineptitud y corrupción, se debe a la imposición sobre ellos del proyecto de poder de la oligarquía. Los ciclos de alternancia perversa de los gobiernos lo explican con pleno fundamento[1].
- Los problemas estructurales de la Argentina, como la inflación sostenida, el sobreendeudamiento externo, el bimonetarismo, la pobreza, el estancamiento económico, la matriz productiva básicamente primaria, el alto índice de trabajadores informales, la escasez de vivienda, etc., se deben al accionar, histórico y en la actualidad, anti patriótico y anti popular del bloque de poder de la oligarquía.
- Delegar nuestro poder sin la educación política que se requiere para incidir y controlar a nuestros representantes es un suicidio ciudadano. La educación política de la ciudadanía, siempre vale repetirlo, es indispensable para poder hablar de una verdadera democracia. Pero no esperemos que nos la brinde el sistema educativo, menos aun los medios de comunicación hegemónicos.
- Es ilógico y absurdo crearnos enemigos partidarios en el amplio campo popular, sencillamente porque todos tenemos el mismo enemigo, la oligarquía. Por lo tanto, debemos abandonar el debate partidario y asumir plenamente el debate político, que no nos va a dividir, sino por el contrario, nos unirá.
- El bloque de poder de la oligarquía tiene un especial interés en la despolitización de la ciudadanía, es decir, en fomentar su apatía y la ausencia de compromiso político, porque es plenamente consciente de que su politización es la base del empoderamiento popular y este último es la peor noticia que puede recibir.
- Los medios de comunicación hegemónicos estimulan todo el tiempo el debate partidario y ocultan y eluden el debate político. Es claro que el debate político pone sobre la mesa la contradicción oligarquía-pueblo, que desnuda el carácter antidemocrático y autoritario de la oligarquía, mientras que en el debate partidario, ésta última, disfrazada de partido político, se camufla como democrática, cuando sabemos que es antidemocrática y autoritaria por naturaleza.
Nuestra mayor preocupación no debe centrarse en la perversión, falta de escrúpulos, de dignidad y ausencia total de ética de la oligarquía y sus sicarios mediáticos, que no vamos a poder cambiar, sino en el silencio y pasividad de una parte importante de la ciudadanía. Sería muy ingenuo pretender que la oligarquía cambie su conducta, pero no es en absoluto luchar para que la ciudadanía cambie la suya.
Bibliografía:
Lens, José Luis (2022) La alfabetización política del soberano. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina.
El ciudadano politizado
9-11-2022-
- “La alternancia es, sin duda, un valor de la democracia. Pero lo es en tanto sea sana, esto es, una alternancia entre gobiernos que representen realmente los intereses de la nación y el pueblo. Ahora bien, si la alternancia es entre gobiernos que representan los intereses de la oligarquía y los que representan intereses populares, entonces, la alternancia no es sana, sino perversa. Lamentablemente, esta es la realidad de la Argentina. El poder de la oligarquía fue, y lo sigue siendo, mayor que el del pueblo y los gobiernos de sesgo nacional y popular. Y cuando estos últimos alcanzaron la administración del Estado, nunca pudieron mantenerse, sino que siempre fueron destituidos y desplazados, ya sea mediante golpes de Estado cívico-militares, boicots económico-financieros o guerra judicial (lawfare). Esto generó una alternancia perversa entre gobiernos representantes de los valores e intereses de la oligarquía y representantes de los valores e intereses del pueblo. Fijémonos que no se trata de una alternancia sana y progresista entre gobiernos de sesgo nacional y popular, sino de una alternancia perversa entre gobiernos de la oligarquía y gobiernos populares”, Ver: Ciclos de alternancia perversa de los gobiernos, en: Lens, José Luis (2022) La alfabetización política de los gobiernos. Buenos Aires: Editorial Autores de Argentina, página 247. ↑