La pandemia desnudó las miserias del noeliberalismo
La pandemia desnudó las miserias del noeliberalismo
El maestro Paulo Freire decía que “el escándalo del neoliberalismo es el de la miseria en la abundancia”. El capitalismo neoliberal es la encarnación de una forma de entender la vida basada en la creencia de que el dinero y el poder nos dan licencia para imponer nuestra voluntad a los demás. Se funda en una cultura corporativa que promueve una libertad descarada y completamente antisolidaria para hacer fortuna sin límites, ignorando olímpicamente todo control y regulación en función del bien común. El capitalismo le ha declarado una guerra total y sin cuartel o todo lo “público” y “comunal”. El Estado debe estar subordinado al mercado. Y esta filosofía, sin duda, nos conduce, no sólo a sociedades cada vez más injustas e invivibles, sino a la quiebra de la humanidad.
En los Estados Unidos, el paladín de la democracia occidental, hay treinta y tres millones de personas sin seguro de salud. Quiere decir que ante cualquier problema no tienen a quien recurrir, precisamente en una sociedad donde toda la atención de la salud es paga. Por ejemplo, una test para detectar el coronavirus, cuesta hoy, en plena crisis de la pandemia, tres mil dólares. Lo que está fuera del alcance, no sólo de los treinta y tres millones sin protección alguna de su salud, sino también de otros sectores menos vulnerables.
Es repugnante tener que escuchar que los sistemas de salud en Europa no dan abasto, cuando venimos viendo como el modelo neoliberal, que se ha extendido y afianzado en el mundo en las últimas décadas, no hizo más que “recortar” los presupuestos de salud, en el marco del ataque a las políticas sociales. La bandera ideológica, enarbolada por los economistas talibanes del modelo, es la lucha contra el “populismo”. En esta lógica, el cínico e hipócrita ex presidente que venimos de sufrir los argentinos, Mauricio Macri, acaba de señalar, impúdicamente, en un foro de la derecha neoliberal, que “el populismo es peor que el coronavirus”. Dios nos libre que estuvieran a cargo del país, en este momento, quienes eliminaron el Ministerio de Salud y destruyeron todo el sistema sanitario argentino.
La pandemia desnudó todas las miserias del modelo. Por ejemplo, la fragilidad del sistema laboral que ama el neoliberalismo: la “informalización del trabajo”, que conlleva la destrucción del trabajo seguro y decente, los contratos basura, la precarización y la eliminación de la leyes que protegen a los trabajadores. Las consecuencias funestas frente a la pandemia están a la vista, porque la cuarentena es prácticamente imposible de cumplir para los trabajadores informales, los cuentapropistas y los que no poseen un trabajo fijo. Ni qué hablan de los sin techo y los indigentes, que ni siquiera pueden hacer frente a las mínimas condiciones de higiene.
La cuarentena se convierte en un “lujo” que la población más vulnerable se ve impedida de aceptar. Todos somos iguales ante la ley dice la Constitución, por lo que el protocolo de crisis exige el respeto de la cuarentena, pero ¿todos son iguales ante el coronavirus? Es evidente que no.
Y los medios de comunicación hegemónicos no podían dejar de estar presentes en este aquelarre distópico, aumentando la realidad en sus pantallas y aprovechando la oportunidad para infundir el pánico y estimular el individualismo y la irracionalidad. La población políticamente analfabeta, que es mucha lamentablemente, alentada por la irresponsabilidad de estos medios, arrasa los supermercados generando desabastecimiento y más pánico e incertidumbre en la sociedad.
Sintetizando, nos queda la dolorosa comprobación de que no hay mayor enemigo y destructor de la solidaridad, que el modelo de vida neoliberal[1].
Y todo este caos, que pone a la luz la pandemia, tiene una razón de fondo que lo explica: la maximización del rédito económico, el alma del capitalismo neoliberal.
Es cierto que en toda crisis hay una oportunidad. Y aquí hay una evidencia clara de que este modelo de mundo no funciona, que hace agua por todos lados. Aprovechémosla para tomar consciencia de que debemos transformarlo y que dicha transformación comienza en cada uno de nosotros. Porque si, como decía Gandhi, todos somos cero, la suma de ceros siempre dará cero.
Enfrentemos la manipulación a que estamos sometidos y nos lleva de las narices como borregos, comprendamos que es la hora de hacer una opción ético-política por un mundo distinto, para lo cual debemos elevar nuestro nivel de alfabetización política, como un primer momento de la lucha contra el neoliberalismo.
- Acabo de escuchar decir al Presidente de Serbia, con lágrimas en los ojos, que la solidaridad internacional no existe y que la solidaridad de Europa era un cuento de hadas. ↑